30.1.09

España entra en su recesión más grave

La economía retrocedió en los últimos tres meses de 2008 un 1,1%, la mayor caída intertrimestral desde 1960 - El frenazo del consumo es la primera causa

ARIADNA TRILLAS
El Pais, 29-01-2009

- Los españoles cada vez consumen menos. Y el frenazo en sus decisiones de gasto ha sido el factor que más ha contribuido a que España haya entrado en recesión, lo que significa que la economía española ya no sólo no avanza, sino que recula. Este desandar, sellado ayer oficialmente por el Banco de España, no pilló a nadie por sorpresa, pero sí fue llamativa la virulencia con la que cayó el producto interior bruto (PIB) español en la recta final de 2008.

El PIB retrocedió un 0,8% en el cuarto trimestre, comparado con el panorama de un año antes. Sin embargo, si la referencia es el trimestre inmediatamente anterior, el desplome fue total, del 1,1%. La economía española no había dado un salto de longitud hacia atrás intertrimestral tan profundo desde el segundo trimestre de 1960 (caída del 1,9%).

Ya en el tercer trimestre de 2008, el PIB había caído un 0,2%. Y seis meses seguidos de decrecimiento suman el término recesión. La cuestión es cuánto se prolongará este estado. José Luis Rodríguez Zapatero prevé las primeras "señales de recuperación" para finales de 2009, pero no es una opinión que comparta todo el mundo. "Los gobiernos puede que tengan incluso la obligación de calmar los ánimos durante las crisis de confianza, pero no veo ningún dato que permita pensar en un crecimiento positivo a finales de año", comenta Jordi Galí, Doctor en Economía por el Massachussets Institute of Technology (MIT) y catedrático de la Pompeu Fabra. Para Galí, la clave sobre cuánto durará la recesión es "hasta qué punto se pone orden en el sector financiero y se crean condiciones para restablecer los flujos de crédito".

El "ajuste muy severo" sentenciado por el Banco de España -que enmendó por una décima, del 1,2% al 1,1%, el crecimiento estimado por el Gobierno en 2008- no se parece a la anterior recesión de 1993. Y su origen condiciona su duración y gravedad.

El quasi colapso del sistema financiero y la zozobra persistente marcan la actual. "Pero la crisis financiera ha enmascarado el efecto burbuja inmobiliaria, porque las burbujas se tienen que financiar", reflexiona el también doctor por el MIT y profesor del IESE Alfredo Pastor. "El reventón de la burbuja no sólo ha derivado en una crisis de liquidez, sino que ha dejado paso a una crisis de incertidumbre. Eso hace esta recesión más grave", añade.

El debilitamiento de la actividad se está cobrando como caza mayor el empleo, que en el cuarto trimestre cayó un 3% y que, según la entidad que dirige Miguel Ángel Fernández Ordóñez, se ha convertido en "uno de los principales canales de propagación del ajuste hacia el resto de la economía". España tiene 1,28 millones de parados más que en 2007, y suman 3,2 millones. Y la escalada del desempleo trunca, junto a las dificultades para acceder al crédito, el "alivio" que el Banco de España reconoce que pueden sentir las familias por la bajada de precios (la inflación de diciembre, del 1,4%, es la más baja desde 1998), los cuatro recortes de tipos acometidos desde octubre por el Eurobanco (BCE) hasta el 2%, la bajada de las hipotecas (el Euríbor a un año acabará enero en 2,6%) o la bajada del crudo (el brent cotiza a 44 dólares frente a los 146 de julio).

Pese a los llamamientos de Zapatero, el consumo de los hogares en el último trimestre de 2008 registró "crecimiento nulo o negativo". Y globalmente, la demanda interna se desinfló un 2,4%. A la hora de gastar, sólo tira el gasto de las Administraciones Públicas, a un ritmo estable de más del 5%.

En el último trimestre, la inversión residencial se hundió un 20% en términos interanuales. "Colocar en el mercado millón y medio de viviendas requerirá al menos tres años", apunta Joan Casas, decano del Colegio de Economistas de Cataluña, quien ya se daría con un canto en los dientes "si el panorama mejorara en 2010, porque para que la economía se recupere hacen falta expectativas, que no están ahí, y medidas que refuerzan la competitividad, que llevan su tiempo en dar frutos".

La actual recesión es la primera que vive España sin competencias sobre la devaluación de su moneda. "En los 90, la recuperación llegó del sector exterior", recuerda Galí. "No poder devaluar alargará la crisis, pero si tuviéramos que devaluar sería algo catastrófico", añade Pastor. El Banco de España ve "difícil" que el sector exterior (que cerró 2008 con su primera aportación positiva en 11 años) compense el descalabro de la demanda interna. A diferencia del 93, esta recesión asomó en una España de finanzas saneadas, pero se confirma en un país con un déficit del 3,4% y con previsiones de escalar al 5,8% este año. El supervisor lo justificó por los planes de reactivación del Gobierno, pero puntualizó que la ortodoxia presupuestaria sigue siendo ley y exigió reformas estructurales.

Los datos fueron munición para que el PP de Mariano Rajoy, subrayara "la inutilidad" del Gobierno ante la crisis. El PSOE replicó evocando "la inutilidad" de Rajoy para dominar las dos almas del PP.

ARIADNA TRILLAS
El Pais

20.1.09

El camino escabroso hacia la recuperación

Joseph E. Stiglitz
19-01-2009 -

Tiene poco sentido que los países más pobres presten dinero a los más ricos a tasas de interés bajas.

Hoy existe un consenso de que la recesión de Estados Unidos -que ya lleva un año- probablemente sea extensa y profunda, y que casi todos los países se verán afectados. Siempre pensé que la noción de que lo que sucediera en Estados Unidos estaría desacoplado del resto del mundo era un mito. Los acontecimientos lo están confirmando.

Afortunadamente, Estados Unidos por fin tiene un presidente que de alguna manera entiende la naturaleza y la gravedad del problema y que se comprometió a implementar un fuerte programa de estímulo. Esto, junto con la acción concertada de los Gobiernos en otras partes, hará que la depresión sea menos severa de lo que sería si no fuera así.

La Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), que ayudó a crear los problemas mediante una combinación de liquidez excesiva y regulación laxa, intenta enmendar las cosas inundando la economía de liquidez -una medida que, en el mejor de los casos, simplemente impidió que las cosas fueran peor de lo que son-. No sorprende que quienes ayudaron a crear los problemas y no vieron venir el desastre no hicieran un buen trabajo a la hora de resolverlo. Por ahora, ya está establecida la dinámica de la caída y las cosas se pondrán peor, no mejor.

De alguna manera, la Fed se parece a un conductor ebrio que, al darse cuenta de repente de que se está saliendo del camino, empieza a conducir alocadamente de un lado a otro de la ruta. La respuesta a la falta de liquidez es cada vez más liquidez. Cuando la economía empiece a recuperarse y los bancos comiencen a prestar, ¿podrán drenar suavemente la liquidez del sistema? ¿Estados Unidos se enfrentará a un brote de inflación? ¿O, más probablemente, en otro momento de exceso, la Reserva Federal reaccionará exageradamente, cortando la recuperación de raíz? En vistas del trazo confuso exhibido hasta ahora, no podemos tener mucha confianza en lo que nos aguarda.

Aún así, no estoy seguro de que haya un reconocimiento suficiente de algunos de los problemas subyacentes que enfrenta la economía global, sin el cual la recesión global actual quizá no dé lugar a un crecimiento robusto -no importa el buen trabajo que realice la Fed.

Durante mucho tiempo, Estados Unidos desempeñó un papel importante a la hora de mantener en funcionamiento la economía global. El libertinaje de Estados Unidos -el hecho de que el país más rico del mundo no pudiera vivir con sus propios medios- fue muchas veces criticado. Pero tal vez el mundo debería estar agradecido, porque sin el libertinaje norteamericano, la demanda agregada global habría sido insuficiente. En el pasado, los países en desarrollo cumplían este papel a través de un déficit comercial y fiscal. Pero pagaron un precio alto, y ahora están de moda la responsabilidad fiscal y las políticas monetarias conservadoras.

De hecho, muchos países en desarrollo, temerosos de perder su soberanía económica en manos del FMI -como ocurrió durante la crisis financiera asiática de 1997-, acumularon cientos de miles de millones de dólares en reservas. El dinero que se dedica a reservas es ingreso que no se gasta.

Es más, la creciente desigualdad en la mayoría de los países del mundo implicó que el dinero pasó de quienes estaban dispuestos a gastarlo a quienes están tan bien que, por más que lo intenten, no pueden gastarlo todo.

El apetito interminable de petróleo del mundo, más allá de su capacidad o voluntad para producirlo, aportó un tercer factor. Los crecientes precios del petróleo transfirieron dinero a los países ricos en petróleo, contribuyendo nuevamente a la inundación de liquidez. Si bien por ahora se desinflaron los precios del petróleo, una recuperación robusta haría que se dispararan otra vez.

Durante un tiempo, la gente hablaba casi favorablemente de la inundación de liquidez. Pero esto sólo fue la otra cara de lo que había preocupado a Keynes -una insuficiente demanda agregada global-. La búsqueda de retornos contribuyó al apalancamiento y a la aceptación imprudente de riesgos subyacentes a esta crisis.

El Gobierno de Estados Unidos, durante un tiempo, compensará el ahorro creciente de los consumidores norteamericanos. Pero si los consumidores de Estados Unidos pasan de un nivel prácticamente cero de ahorro como tenían a un modesto 4% o 5% del PBI, entonces el efecto desalentador sobre la demanda (además del que resulte de las caídas en la inversión, las exportaciones y los gastos de los Gobiernos estatales y locales) no se verá plenamente compensado ni siquiera por los programas más grandes de gasto del Gobierno. En dos años, los Gobiernos, conscientes de los gigantescos aumentos de la carga de la deuda como resultado de los megarrescates y los asombrosos déficits, se verán presionados a arrojar excedentes primarios (donde el gasto del Gobierno neto de pagos de intereses es menor que los ingresos).

Hace pocos años se le tenía miedo al riesgo de un desdoblamiento desordenado de los "desequilibrios globales". La crisis actual puede ser vista como parte de eso, pero es poco lo que se está haciendo respecto de los problemas subyacentes que dieron origen a esos desequilibrios. No sólo necesitamos estímulos temporales, sino soluciones a más largo plazo. No es que exista una escasez de necesidades; es sólo que quienes podrían satisfacer esas necesidades tienen una escasez de fondos.

Primero: necesitamos revertir las tendencias preocupantes de una creciente desigualdad. Una carga tributaria más progresiva sobre los ingresos también ayudará a estabilizar la economía a través de lo que los economistas llaman "estabilizadores automáticos". También ayudaría si los países desarrollados avanzados cumplieran con sus compromisos de ayudar a los más pobres del mundo aumentando sus presupuestos de ayuda exterior al 0,7% del PBI.

Segundo: el mundo necesita enormes inversiones si ha de responder a los desafíos del calentamiento global. Los sistemas de transporte y los patrones de vida deben cambiarse drásticamente.

Tercero: se necesita un sistema de reservas global. Tiene poco sentido que los países más pobres del mundo les presten dinero a los más ricos a tasas de interés bajas. El sistema es inestable. El sistema de reservas en dólares está deshilachándose, pero probablemente sea reemplazado por un sistema dólar/euro o dólar/euro/yen que es incluso más inestable. Las emisiones anuales de una moneda de reserva global (lo que Keynes llamaba Bancor o el Fondo Monetario Internacional llama DEG) podrían ayudar a estimular la demanda agregada global, y utilizarse para promover el desarrollo y encarar los problemas del calentamiento global.

Este ejercicio será lúgubre. El interrogante que necesitamos formularnos ahora es: ¿cómo podemos mejorar las posibilidades de que finalmente logremos una recuperación robusta?

Joseph E. Stiglitz es profesor de Economía en la Universidad de Columbia y Premio Nobel de Economía en 2001. Copyright: Project Syndicate, 2009. www.project-syndicate.org
Traducción de Claudia MartínezJoseph
El Pais

La Evolución de la Economía Española: Perspectivas ante la crisis

CC.OO. 20-01-2009 -

CCOO considera necesario apostar por la competitividad, la inversión pública y la protección a los desempleados
Considera que no existen factores objetivos que avalen que la economía española puede remontar el vuelo a partir de 2010 y, que analizadas con detalle las deficiencias específicas de la economía española, apuntan hacia una crisis más larga en el tiempo que podría ser menos dañina si se encuentran las medidas adecuadas.


Las previsiones presentadas por el Gobierno para el presente año 2009 se ajustan mucho más a la realidad, al prever un descenso de la actividad económica en España relativamente elevado (-1,6 del PIB) –si bien inferior al anunciado por Alemania (-2,5%), un aumento del desempleo hasta casi el 16% de la población activa y del déficit de las Administraciones Públicas hasta el -5,8% del PIB. La previsión sobre un descenso de la actividad real de la economía española en el presente año es casi unánime, es decir, que se mantenga la recesión, pero es muy complicado apostar por una cifra al desconocer el grado de incidencia de múltiples factores en una situación desconocida anteriormente por su complejidad e intensidad.


Entre los factores que pueden favorecer el funcionamiento de la economía española hay que reseñar:

El menor coste las materias primas, en especial las energéticas (precio del petróleo alrededor de 50 USD) que limitaría la presión sobre los precios.

La disminución de los tipos de interés y del EURIBOR (todavía no se ha acomodado al tipo de intervención del Banco Central Europeo) puede liberar recursos de las familias para dedicarlos a otros gastos o limitar el nivel de fallidos (6.000 millones de euros anuales por punto de bajada).

La bajada de precios en España superior a la media de UE puede facilitar las exportaciones aunque desde el conocimiento que la pérdida de competitividad en la última década ha superado los diez puntos porcentuales.

El aumento del gasto público autorizado (y contabilizado en 2008) por valor de 11.000 millones de euros.

El efecto como estabilizador automático de las prestaciones por desempleo aunque hay que comprobar la duración del actual grado de cobertura.

El mayor margen en endeudamiento público de la media de la Unión Europea (39% frente a 62% del PIB).

Entre los factores desfavorables se enumeran los siguientes:

La crisis financiera internacional no está solucionada porque se desconocen las pérdidas totales y no están consolidadas en los balances de las entidades financieras (se acaban de anunciar ayudas públicas al Bank of America por valor de 138.000 millones de dólares, el Citigroup anunciaba perdidas por valor de 20.550 millones de dólares en los últimos dieciocho meses y el Gobierno Británico manejaba la idea crear un fondo de activos tóxicos por un valor multimillonario todavía sin determinar).

La abundancia de emisiones de deuda pública ya anunciadas puede colapsar el mercado generando problemas de financiación de los países con menos crédito internacional, además de aumentar el coste de las emisiones aunque los tipos de interés permanezcan bajos.

La política monetaria de la Reserva Federal de Estados Unidos no tiene márgenes en el capítulo de tipos de interés y tiene posibilidades de incurrir en la trampa de la liquidez (disminución de inversiones privadas ante la baja expectativa de obtener rentabilidad). En este sentido una política del Banco Central Europeo que mantenga los tipos alrededor del 1,75% muy expansiva en la oferta monetaria (prestando dinero a los bancos) puede ser más eficaz que la norteamericana, si además cuenta con una política también expansiva del gasto público.

El elevado endeudamiento de la economía española repercute negativamente en varios ámbitos:

-La banca española tiene una posición demasiado expuesta por dimensión y calidad, en préstamos hipotecarios (casi el sesenta por ciento) con vencimientos a muy largo plazo y un porcentaje de fallidos cada vez mayor (en especial entre las promotoras inmobiliarias: 400.000 millones de euros a corto plazo, que les está obligando a crear sociedades de gestión patrimonial para no declarar las pérdidas que en algún momento deben aparecer si se mantiene la caída en los precios).

-No disponen del mecanismo de financiación de la deuda a corto plazo con el exterior; más al contrario tienen que devolver mucha deuda en poco tiempo. Por este motivo las necesarias medidas de ayuda del Gobierno (compra de activos y aval de emisiones por valor de 110.000 millones de euros) les sirve fundamentalmente para cuadrar el balance (no quebrar) y es muy difícil que se trasladen a nuevos créditos durante una larga temporada (superior a un año). Para hacerlo habría que recapitalizar los bancos, es decir, entrar en su capital con inyecciones públicas como ha hecho el Reino Unido (con la dificultad en España que no se pueden nacionalizar las Cajas de Ahorro porque ya son públicas).

-Las empresas españolas están también muy apalancadas con créditos pendientes de vencimiento.

-Es difícil encontrar personas solventes para conceder nuevos préstamos.

El mercado de vivienda no puede funcionar como antaño (continuas subidas de precios) porque superó todos los límites razonables y la burbuja de precios ha explotado. El precio de la vivienda debe caer y muchas promotoras quebrarán en el proceso, además, de eliminar el efecto riqueza que provocaba a los españoles la ilusión monetaria para consumir e invertir. Durante mucho tiempo no se dispondrá (y es muy beneficioso a medio plazo que se ajuste el precio de un bien básico) del carburante que impulsó la economía española en la última década en un contexto de bajos tipos de interés y alargamiento de la duración de los préstamos hipotecarios.

El tejido productivo español es muy frágil en general como demuestra la gran pérdida de cuota de mercado interno y externo que refleja la balanza de pagos. Hay que construir empresas competitivas que mejoren muy sustancialmente las exportaciones y es un envite muy complicado a corto plazo a no ser que se consiga rebajar los precios nominales de los productos.

Se agotaron muchos márgenes del anterior modelo productivo que en este momento pesan sobre la realidad y limitan las posibilidades de actuar en la actualidad: demasiado endeudamiento y excesiva concentración de inversiones en operaciones inmobiliarias con elevada inflación.




En un clima económico internacional de mucha incertidumbre donde España no es una excepción, uno de los puntos más estratégicos en la actualidad es valorar si pasado el actual ejercicio donde existe coincidencia sobre su especial dureza para la mayor parte de la población, la economía española puede remontar el vuelo a partir de 2010 hasta alcanzar las cifras de crecimiento previstas por el gobierno en 2011 (PIB: 2,6%). Esta conducta sería deseable pero no existen factores objetivos que la avalen y, más bien, analizadas con detalle las deficiencias específicas de la economía española, apuntan hacia una crisis más larga en el tiempo, que podría ser menos dañina si se encuentran las medidas adecuadas (recuperación de la competitividad del tejido productivo junto a inversión pública y protección de los desempleados).




La economía alemana puede responder inmediatamente a los estímulos provocados por una leve recuperación de la economía mundial, gracias a la fortaleza de su tejido productivo, pero desgraciadamente no es el caso de la española que debe construir nuevos cimientos alejados del incremento del valor monetario de las operaciones inmobiliarias y el endeudamiento continuo de la población. De no cumplirse la previsión del Gobierno, por otra parte lógica ya que una de sus funciones es transmitir confianza, sería conveniente manejar con prudencia los márgenes de endeudamiento para estructurar una política agresiva pero con posibilidad de sostenimiento en un plazo más largo sin ver reducidos los márgenes por el incremento de los gastos financieros. En esta perspectiva sería una alternativa adecuada anular las rebajas de impuestos autorizadas los últimos años que por la estructura de los beneficiarios tienen escasas posibilidades de colaborar a mejorar la situación (deducción 400 euros en el IRPF, supresión del Impuesto sobre el Patrimonio, cheque-bebe como impuesto negativo, …).




La hipótesis del Gobierno, relativamente optimista en la duración de la crisis al establecer una estrecha relación con la crisis financiera iniciada en Estados Unidos, eleva también la deuda pública en circulación desde el 39,5% al 53,7% del PIB en un periodo bastante corto (2009-2011), pero puede ser superior de comportarse la realidad de forma distinta. Por otra parte, los resultados de las cuentas de las Administraciones Públicas presentados generan algunas dudas sobre la posibilidad de cumplimiento, en especial, las Comunidades Autónomas quienes pretenden mantener un nivel de gasto público elevado con unos ingresos inferiores. El SFA les dotará de menos recursos en 2010 al estar apoyado en la evolución de los ingresos de la Administración Central del año precedente y una posible reforma en las circunstancias actuales difícilmente aumentará sensiblemente sus ingresos nominales que además, se ven maltrechos por la caída de la recaudación de sus impuestos propios al estar muy vinculados a las operaciones inmobiliarios. Las Corporaciones Locales deberán subir sus impuestos para mantener el nivel de gasto y no incurrir en un déficit excesivamente grande con el consiguiente deterioro del poder adquisitivo de las rentas de sus administrados.




La evolución de la inflación en 2009 como el resto de las variables, es difícil de evaluar al haber cambiado radicalmente las condiciones anteriores. La inflación subyacente permite un margen de optimismo sobre su evolución pero es imposible de valorar cual será el efecto multiplicador sobre el consumo de la acumulación de la actual destrucción de empleo y la más que posible del actual ejercicio (800.000 personas adicionales) en una coyuntura de desconfianza de una población muy endeudada. Aunque la resistencia a la baja en el precios españoles está muy agudizada históricamente, la deflación no es el escenario más probable pero se puede descartar un resultado cercano a cero en la evolución de los precios en 2009.




El efecto multiplicador del consumo y la inversión sobre el crecimiento de la actividad enunciado por la teoría económica disfrutado en la última década, se va convertir en el principal enemigo de la economía española en los próximos años por su repercusión en esta ocasión en sentido contrario. Limitar su efecto debe ser prioridad de los Gobiernos pero las medidas adoptadas deben contar con la parte de riqueza que se transferirá automáticamente al exterior de no mejorar la competitividad de la economía española. En el peor de los casos, el esfuerzo del sector público por normalizar la situación inyectando gasto puede finalizar en endeudamiento y una prima de riesgo en el pago de los intereses de la deuda pública, sin conseguir estructurar una posición más sólida de la economía española para recuperar tasas razonables de crecimiento del PIB español.

CCOO

16.1.09

El incremento salarial y los precios en 2008: Vision Sindical

16-01-2009

CCOO considera que la fuerte caída del consumo es un mal dato para la recuperación de la economía española

El incremento salarial medio pactado ( 3,54%) aumenta por debajo del crecimiento medio de los precios en el año 2008 (4,08%), registrando una perdida de poder adquisitivo que poco contribuye a la mejora de las expectativas de consumo.

- El IPC cierra el año 2008 con un aumento interanual en diciembre del 1,4%, lo que sitúa los precios, incluso, por debajo del objetivo de inflación del Gobierno del 2%, incluido en el cuadro macroeconómico sobre el que se construyen los Presupuesto Generales del Estado.

La fuerte rebaja del ritmo de crecimiento de los precios que se produce durante la segunda mitad del año (en julio aumentaban a una tasa del 5,3%) se debe a la importante caída del precio del crudo, así como a la moderación del crecimiento de los precios de la materias primas y de los márgenes empresariales en la producción y distribución de alimentos. Así, el transporte registra una tasa anual de variación de los precios en diciembre del -5,6%, los alimentos del 2,4% y la vivienda reduce su tasa de crecimiento anual en siete décimas hasta el 5,9%, principalmente por la rebaja del gasóleo de calefacción. Por lo que CCOO considera que aunque la moderación de la inflación es positiva en principio, la fuerte caída del consumo puede agravar de forma importante la recesión económica.

El recorte de la inflación en diciembre es una buena noticia en el difícil panorama que atraviesa la economía española y frente a los retos que tendrá que afrontar en 2009. Incluso, la inflación subyacente se reduce tres décimas y se sitúa sólo cuatro décimas por encima del objetivo de inflación del Gobierno. No obstante hay que señala que aunque las tensiones en este apartado no vayan a ser importantes, al menos durante la primera mitad del año 2009, existen epígrafes como la vivienda (5,9%), la enseñanza (4%) o los hoteles cafés y restaurantes (4%) que cierran el año 2008 con tasas de crecimiento de sus precios muy elevadas, indicando el esfuerzo que todavía tiene que realizar el Gobierno por ampliar la competencia en los sectores cerrados a la concurrencia internacional.

Como resultado de la caída de inflación en diciembre por debajo del 2%, la gran mayoría de las cláusulas de revisión salarial incluidas en los convenios colectivos no se activarán. El incremento salarial medio pactado -una vez aplicado el efecto de estas cláusulas- se situará muy próximo al ofrecido ahora por el Registro de Convenios del Ministerio de Trabajo para diciembre, 3,54%. En consecuencia, los salarios pactados aumentarán por debajo del crecimiento medio de los precios en el año 2008 (4,08%), registrando una perdida de poder adquisitivo que poco contribuye a la mejora de las expectativas de consumo requerida para la recuperación de la economía española.

CCOO considera prioritario que los responsables económicos actúen sobre las causas de la inflación estructural, derivada de la falta de competencia en el mercado interior, especialmente en aquellos sectores como los de la distribución y los servicios que encarecen el precio de los bienes de consumo básicos y, obligar a que las entidades financieras trasladen de forma rápida la bajada de los tipos de interés al crédito a las familias y a una mayor financiación de las empresas.

CCOO

15.1.09

El rápido ajuste del mercado de trabajo

La afiliación a la Seguridad Social ha perdido cerca de 900.000 afiliados en 2008, desde los 19,2 a los 18,3 millones de cada diciembre.
Josep Oliver Alonso. Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona, Cinco Dias, 14-01-2009 -

Los primeros días de este enero de 2009 parecen haber avanzado la Semana Santa (de pasión). Y así lo confirman los datos de caída de la actividad industrial y, en especial, los del mercado de trabajo. No seré yo el que ponga paños calientes a una situación que es claramente de contracción de la actividad y el empleo. Pero, como siempre en economía, los sentimientos humanos tienden a pesar en exceso. Por ello, si siempre es necesaria la ecuanimidad, es en estos momentos en los que hay que ponderar adecuadamente dónde estamos, qué parte del ajuste ha tenido lugar y, en especial, cuánto nos queda por recorrer. Y, probablemente, no hay variable más relevante a estos efectos que el mercado de trabajo. Y ello, en especial, por su más que relevante impacto sobre la confianza de los hogares, tan deteriorada estos últimos meses.

En los años previos a esta crisis, fue la confianza sobre el futuro del mercado laboral la que empujó a los consumidores a un continuado endeudamiento, apalancado sobre una renta futura de la que se esperaba no sufriría recortes significativos los próximos años. Y hoy, por el mismo motivo, una parte no menor del hundimiento del consumo hay que atribuirlo a unas perspectivas sobre el empleo que se han deteriorado más que sustancialmente los últimos meses.

¿No hay razones para ese deterioro?, preguntará el lector. Ciertamente, a la luz de la información que ha aparecido en 2009, parece que nuestros hogares están reaccionando de forma lógica. Así, la afiliación a la Seguridad Social ha perdido cerca de 900.000 afiliados en 2008, desde los 19,2 a los 18,3 millones de cada diciembre. Al mismo tiempo, el número de desempleados inscritos en las oficinas del Inem ha aumentado en una cifra parecida, desde los 2,1 a los 3,1 millones entre diciembre de 2007 y de 2008.

Pero ambos datos, reflejando una parte esencial de la realidad del mercado de trabajo, ocultan otra no menos relevante. Por ejemplo, en el caso de la afiliación, nada sabemos de lo que sucede con la economía sumergida. Cierto que una parte de esa pérdida refleja una disminución efectiva de empleo, pero se me antoja que otra, no menor, es un reajuste hacia la economía negra. Lo mismo puede decirse de la afiliación a la construcción, que ha retrocedido en más de 560.000 efectivos en el año que finaliza en diciembre de 2008, desde los 2,3 a los 1,8 millones entre los correspondientes meses de diciembre de 2007 y 2008. De ser cierta esa pérdida de empleo, el ajuste del sector habría sido mucho mayor de lo que podría esperarse de la caída de la construcción residencial.

Con respecto a las cifras del paro registrado, los que no tenían empleo anterior sólo han aumentado en cerca de 50.000 personas, de forma que, aparentemente, la destrucción de ocupación que estaría registrando el Inem se acerca, también, a las 950.000 personas en diciembre de 2008.

Finalmente, los últimos datos conocidos de la EPA (relativos al tercer trimestre de 2008) sugieren una lectura matizada de lo que estaba sucediendo hasta septiembre pasado. Los más de 800.000 nuevos parados (entre el tercer trimestre de 2007 y el de 2008) resultarían de una pérdida neta de empleo en el entorno de los 175.000 puestos de trabajo y de un aumento de activos cercano a los 630.000.

Como es bien conocido, poco tiene que ver un incremento en el total de desempleados por destrucción de ocupación (como el millón que se perdió entre el tercer trimestre de 1992 y el cuarto de 1993) que por aumento de la actividad de la población. Y más cuando una parte, no menor, de ese crecimiento en el total de activos proceden de la inmigración.

En síntesis, una lectura conjunta de los datos de la afiliación a la Seguridad Social, el paro registrado del Inem y la encuesta de población activa sugiere una visión algo menos dramática de la que se ha ofrecido estos últimos días. Cierto que para aquel que pierde su empleo, o para el que se quiere incorporar al mismo, las valoraciones agregadas le sirven de poco. Pero, para aquellos que, desde diferentes posiciones, opinan sobre lo que está sucediendo hoy en España, esas matizaciones son del todo necesarias.

Habrá que esperar, pues, a la próxima publicación de los resultados de la EPA del último trimestre de 2008 para confirmar los datos que sugieren el paro registrado o la afiliación a la Seguridad Social. Siendo cierto que el mercado laboral español está en un claro proceso de reajuste a la baja, se me antoja algo difícil que el deterioro del último trimestre del año haya sido de la magnitud que indica el aumento del paro registrado o la caída de la afiliación.

Pronto saldremos de dudas. Pero, en todo caso, y de confirmarse con la EPA la peor de las hipótesis, conviene no olvidar los aspectos positivos de ajustes intensos y rápidos en el empleo. La experiencia de la corta e intensa crisis de 1993/94, en contraposición a la larga etapa de ajuste de finales de los setenta y primeros ochenta, así lo indica.

Josep Oliver Alonso. Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona

Cinco Dias

El déficit público en España.

Los ingresos del Estado se hundieron en 35.000 millones ya el año pasado
Por difícil que parezca, cada nuevo dato sigue empeorando la situación. El anuncio realizado por el vicepresidente Solbes el pasado martes revelando que España ya ha sobrepasado el déficit del 3% del PIB esconde un dato especialmente alarmante.

C. Cuesta / E. S. Mazo
Expansion, 15-01-2009 -

Los informes en poder del Ministerio de Economía revelan que la recaudación por los impuestos del Estado (IRPF, IVA, Sociedades e Impuestos Especiales principalmente) cerrará 2008 con una pérdida cercana al 21% frente a los ingresos que obtuvo el Gobierno en 2007. Traducido a dinero contante y sonante, la caída significa una pérdida real de casi 30.000 millones de euros y eso teniendo en cuenta únicamente el agujero para el Estado central.

Faltaría aún por sumar el impacto negativo en el tramo, aproximadamente de un tercio de la recaudación total (33% del IRPF, 35% del IVA y 40% de la mayoría de los Especiales) cedido actualmente por el Estado a las autonomías. Al añadir esa cuantía, la pérdida de fondos alcanza los 35.000 millones de euros.

La estimación se desprende del último dato recabado por el Ministerio y efectivamente recaudado en criterio de caja, donde se refleja que en el mes de noviembre la caída real de ingresos tributarios acumulados en los primeros once meses del año alcanzó el 20,7%. Fuentes del Ejecutivo admiten que el mes de diciembre “no habrá variado la tendencia, sino que es probable que se haya agravado”.

Sólo hasta noviembre, la pérdida de ingresos en las arcas centrales del Estado frente a 2007 alcanzaba ya los 28.141 millones de euros. Esta cifra refleja lo que se denomina como criterio de caja, es decir, lo que realmente se ha ingresado, independientemente de que las empresas y particulares debieran haber pagado más. De este modo, el dato recoge ya el impacto del fraude o de los retrasos en el cumplimiento de las obligaciones fiscales.

Los expertos consultados señalan que, con este panorama, “la cifra final de retroceso en los ingresos por impuestos del Estado superará los 30.000 millones para la Administración Central y los 35.000 millones para el conjunto de administraciones”, incluidas ahí las territoriales.

La pérdida de 35.000 millones no sólo es llamativa si se la compara con parte de los gastos prometidos por el Gobierno. El cheque de 400 euros que, en teoría, debería haber llegado a todos los trabajadores y no lo ha hecho, tenía un coste estimado de 6.000 millones de euros al año; el coste del cheque bebé de 2.500 euros por hijo nacido ascendía a 1.233 millones de euros por año; y el famoso plan estrella de Zapatero para reactivar el empleo en los ayuntamientos acumula un presupuesto de 8.000 millones de euros. Pero el agujero resulta aún más alarmante si se le compara con las cifras que se recaudan por cada impuesto.

Así, el avance de liquidación que baraja oficialmente el Gobierno para el cierre de 2008 –todavía no dispone de datos definitivos- refleja unos ingresos estimados por el Impuesto de Sociedades que pagan todas las empresas españolas en un año, de 35.445 millones.

Es decir, que la pérdida de ingresos en 2008 representa literalmente la totalidad de lo recaudado por Sociedades. O, lo que es lo mismo, que la huella de la crisis en los grandes impuestos el año pasado equivaldría al hecho de haber dejado de cobrar durante todo ese ejercicio el principal tributo pagado por las empresas.

Moncloa y Gobierno versus analistas
No hay día en que los analistas no alerten sobre el aumento del déficit. Sólo en la última semana, Standard & Poor´s ha calculado que el saldo negativo podría alcanzar el 6% este año, uno de los motivos por los que puede rebajar el rating de España.

Ayer mismo, el Instituto de Estudios Económicos (IEE) advertía de que el déficit –que, “como mínimo”, alcanzará el 4,5%– no es el mejor camino para salir de la recesión. Al contrario”. Junto al IEE, AFI, Funcas, BBVA o Santander también barajan cifras de déficit en el entorno del 4% este año, al tiempo que alertan de los peligros de este agujero en las arcas.

Por el contrario, el equipo de Zapatero prefiere destacar las “fortalezas” de la economía, entre las que pone como ejemplo unas cuentas públicas muy saneadas. Así lo declaró ayer mismo el director de la Oficina Económica de la Presidencia, Javier Vallés Liberal, que se mostró convencido de que España conseguirá recuperarse en el segundo semestre, pese a que el consenso de analistas no ve la vuelta al crecimiento hasta 2010.

Vallés defendió, en concreto, que “en los momentos de crisis como la actual, el Gobierno ha de aumentar el déficit de manera puntual”, añadiendo que existe un “colchón” suficiente para actuar tras haberse saneado las cuentas públicas, pese a que los ingresos se han hundido ya en 35.000 millones de euros.

C. Cuesta / E. S. Mazo
Expansion

Toxo dice que la pérdida de poder adquisitivo reduce el consumo y destruye empleo

El secretario general de CC.OO., Ignacio Fernández Toxo, avisó hoy de que la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores reduce los niveles de consumo y acaba destruyendo puestos de trabajo.

Europa Press 15-01-2009 -
Fernández Toxo visitó hoy Zaragoza para presidir una asamblea autonómica de delegados del sindicato y preparar una gran movilización que tendrá lugar en la capital aragonesa el próximo domingo.

En rueda de prensa, Fernández Toxo defendió el derecho a la negociación colectiva de todos los trabajadores y advirtió de que algunas empresas están introduciendo recortes laborales aprovechando la "psicosis" económica de la actual crisis global.

La crisis no puede ser el marco en el que se produzca un retroceso de los derechos laborales, prosiguió el líder sindical, quien expresamente rechazó cualquier reforma laboral en este momento y afirmó que "ya hay mucha flexibilidad" laboral. Además, recalcó que, en ningún caso, CC.OO. apoyará una rebaja de las indemnizaciones por despido.

El secretario general de CC.OO. dijo que el sindicato defenderá "hasta el límite" la continuidad del sistema español de protección social e, incluso, apostó por reforzarlo, ya que, a su juicio, ahora se ha convertido en "el último refugio" de numerosos trabajadores en situación de desempleo.

Fernández Toxo recordó que la inflación acabó en 2008 en un 1,5% y defendió un incremento de los salarios más bajos por encima del salario mínimo interprofesional (SMI), de tal manera que se pueda "ir cerrando la brecha" salarial, en especial entre hombres y mujeres.

El secretario general de CC.OO. consideró que, en la actual crisis global, el mayor riesgo recae en mujeres, inmigrantes y jóvenes, en especial los que acceden al primer empleo. Fernández Toxo exigió la mejora de las prestaciones del Inem y, sobre todo, una mejora de las prestaciones por desempleo.

VIGILANCIA "EXTREMA" DE LOS DESPIDOS.

También avisó de que el sindicato realizará una vigilancia "extrema" de los despidos y, en especial, de todos los expedientes de regulación de empleo (ERE). El responsable confederal de CC.OO. reconoció que "no parece" probable que la economía española haya invertido su tendencia a mitad de año, como opina el Gobierno.

Tras desconfiar de los "milagros" en época de crisis, Fernández Toxo criticó al Ejecutivo por haber tardado "bastante" en tomar la iniciativa, al retrasar el momento de reconocer su existencia públicamente, lo que motivó que las primeras intervenciones públicas contra la crisis comenzaran cuando los efectos ya eran "evidentes".

Dijo también que es necesario facilitar que las pymes accedan al crédito y avisó de que la línea de créditos del Instituto de Crédito Oficial (ICO) destinada a favorecer la liquidez de las pymes se está retrasando, ya que las entidades financieras son mediadoras y están ralentizando la concesión de los mismos. La banca española "no está jugando el papel que debía jugar", señaló.

Europa Press

La industria turística prevé un recorte de 100.000 empleos

Si el escenario no cambia, los empresarios advierten que este año el PIB turístico caiga hasta un 3% y que el sector recorte un 6% el empleo, lo que supondría 100.000 puestos menos. Los negocios más afectados: las agencias de viajes, los hoteles urbanos y las aerolíneas.

A. Noriega, Cinco Dias, 15-01-2009

- La industria turística acusó un cambio de ciclo en el verano pasado, según la alianza de empresas del sector Exceltur. Empezó por caer la demanda española, motor del sector en estos últimos años. Se redujo la afluencia extranjera y su gasto, particularmente de Reino Unido, por la depreciación de la libra esterlina. Todo hizo reducir los ingresos por turismo un 4,1%, en los nueve primeros meses, según el Banco de España.

En este entorno tan desfavorable, los empresarios vieron cómo los beneficios disminuyeron en todos los sectores, con especial incidencia en las agencias de viajes, hoteles urbanos y las aerolíneas. Incluso el 45% de las empresas constataron que sus ganancias caían un 10%.

Para afrontar la situación, el 63% de las empresas declaraba al terminar el cuarto trimestre haber reducido sus niveles de empleo respecto a 2007. 'Las empresas han terminado el ejercicio aplicando drásticas medidas de contención de costes de manera discreta y progresiva, sin ERE. Han redimensionado sus plantillas para adecuarse a las nuevas condiciones del mercado y es previsible que lo sigan haciendo este año', dicen en Exceltur.

Para este año, los empresarios aglutinados en la alianza prevén que sea aún peor, 'con nuevas caídas de las ventas y los beneficios, aunque bajen los costes operativos', dice el vicepresidente de Exceltur, José Luis Zoreda.

Analistas Financieros Internacionales (AFI) pronostican que para el mes de mayo se recorten las plantillas un 6%, lo que podría suponer una pérdida de 100.000 puestos de trabajo, respecto a 2007.

En cuanto al PIB turístico, Exceltur pronostica una caída del 3% para este año, que parte de los escenarios macroeconómicos previstos por los analistas de los principales mercados emisores. Esta cifra es superior a su vez a la bajada del 1,2% que estos analistas estiman para el conjunto de la economía española.

El turismo de sol y playa es otro de los segmentos perdedores. En 2008, su cuota de mercado fue en detrimento frente a los países del Mediterráneo Oriental. Mientras el litoral español y las islas sufrieron un descenso de su demanda en un 2%, países como Egipto y Turquía ganaron atractivo, con un alza en sus visitas del 19,1% y del 13,4%, respectivamente.

Dentro de los destinos de costa, Canarias fue la que mejor defendió sus ventas con un aumento del 2,9% con respecto al 2007. El Norte, Mediterráneo y Madrid fueron las comunidades más afectadas por esta crisis. Las empresas constatan una pérdida de un millón de turistas británicos.

El turismo ya no suma, sino que resta

El año 2008 cerró con una caída del ingreso por turista a niveles que no se daban en la última década. Mientras que en 2000 cada turista aportaba a la economía nacional una media de 837 euros, en 2008 esa cifra descendió hasta los 607 euros. El turismo español ha entrado en una crisis de la que no se recuperará hasta 2010, según las previsiones de la Alianza para la Excelencia Turística (Exceltur). Su vicepresidente ejecutivo, José Luis Zoreda, dice que el turismo, por primera vez en diez años, no suma al crecimiento de la economía española, sino que resta, ya que el PIB turístico, ISTE, (elaborado por Exceltur) cayó el año pasado el 1,1% respecto a 2007. Exceltur considera que la menor llegada de turistas (-3,8%) y el recorte de su gasto medio diario provocarán un PIB turístico aún menor. Para este año, cabe esperar otro descenso de los ingresos del 5,7 %. 'En 2008, los ingresos reales por turismo fueron de unos 40.500 millones de euros, 4.400 millones menos que en 2000', afirma Sebastián Escarrer, presidente de Exceltur y consejero delegado de Sol Meliá.

13.1.09

El nuevo consenso capitalista en ciernes

Walden Bello

Las elites económicas y políticas empiezan a converger en una especie de solución global de tipo socialdemócrata como solución de la presente crisis económica. Pero necesitamos algo más que una gestión social.

13-01-2009 -

"El reto es superar los límites puestos a la imaginación política de la izquierda por la combinación de la agresividad del desafío neoliberal en los años 80 con el colapso de los regímenes de socialismo burocrático a comienzos de los 90. La izquierda debería ser capaz, de nuevo, de atreverse a aspirar a modelos de organización social que apuntaran sin reservas a la igualdad y al control democrático-participatorio tanto de la economía nacional como de la economía global, condiciones necesarias para la emancipación individual y colectiva."

Las elites económicas y políticas empiezan a converger en una especie de solución global de tipo socialdemócrata como solución de la presente crisis económica. Pero necesitamos algo más que una gestión social, sostiene Walden Bello: deberíamos aspirar a modelos de organización social que apunten a la igualdad y al control democrático-participatorio de la economía, tanto a escala nacional como a escala planetaria.

No resulta sorprendente que el rápido deterioro de la economía global, combinado con la llegada a la presidencia de los EEUU de un liberal de izquierda afroamericano, haya hecho concebir entre millones de personas la esperanza de que el mundo se halla en el umbral de una nueva era. Es verdad que algunos de los nombramientos recientes de Obama –señaladamente, el del exsecretario del Tesoro, Larry Summers, para dirigir el Consejo Económico Nacional, el de Tim Geithner, jefe del Comité de la Reserva Federal de Nueva York, para desempeñar el cargo de secretario del Tesoro y el del antiguo alcalde de Dallas, Ron Kirk, para Comercio— han despertado cierto escepticismo. Pero la sensación de que las vetustas fórmulas neoliberales están de todo punto desacreditadas ha convencido a muchos de que el nuevo liderazgo demócrata en la economía más grande del planeta romperá con las políticas fundamentalistas de mercado imperantes desde comienzos de los 80.

Ni que decir tiene que una cuestión importante pasa por saber hasta qué punto la ruptura con el neoliberalismo será decisiva y definitiva. Sin embargo, otras cuestiones apuntan al corazón mismo del capitalismo. La propiedad pública, la intervención y el control, ¿se ejercerán simplemente para estabilizar al capitalismo, para luego devolver el control a las elites empresariales? ¿Veremos una segunda ronda de capitalismo keynesiano, en la que el Estado, las elites granempresariales y las organizaciones sindicales colaborarán sobre una base de política industrial, crecimiento y salarios elevados (aunque, esta vez, con una dimensión verde añadida)? ¿O asistiremos al comienzo de una serie de alteraciones fundamentales en la propiedad y el control de la economía en una dirección más popular? El sistema global del capitalismo pone, ciertamente, límites al alcance de las reformas, pero ningún otro momento del pasado medio siglo han sido esos límites más fluidos e inciertos.

El presidente francés Nicolas Sarkozy ya ha hecho su apuesta: tras declarar que "el capitalismo de laissez-faire ha muerto", ha creado un fondo de inversiones estratégicas de 20 mil millones de euros para promover la innovación tecnológica, mantener en manos francesas los sectores industriales avanzados y conservar puestos de trabajo. "El día en que dejemos de construir trenes, aviones, automóviles y barcos, ¿qué quedará de la economía francesa?!, se preguntaba retóricamente hace pocos días. "Recuerdos. Pero yo no quiero que Francia se convierta en una mera reserva turística". Este tipo de política industrial agresiva, pensada para atraerse a la clase obrera blanca tradicional, podría ir de la mano de las políticas antiinmigratorias excluyentes con las que ha solido asociarse al presidente francés.

Socialdemocracia global

Sin embargo, un nuevo keynesianismo nacional conforme a las líneas de Sarkozy no es la única alternative de que disponen las elites. Dada la necesidad de legitimación global para promover sus intereses en un mundo cuyo equilibrio de poder se está desplazando hacia el Sur, a las elites occidentales podría resultarles más atractivo un vástago de la socialdemocracia europea y del liberalismo New Deal que podríamos llamar "Socialdemocracia Global", o SDG.

Antes incluso de que se desarrollara por completo la actual crisis financiera, los partidarios de la SDG ya habían empezado a adelantarla como una alternativa a la globalización neoliberal, respondiendo a las cuitas y a las tensiones provocadas por esta última. Una personalidad vinculada a la SDG es el actual primer ministro británico, Gordon Brown, quien encabezó la respuesta europea al desplome financiero abogando por la nacionalización parcial de los bancos. Considerado por mucha gente el padrino de la campaña "Convirtamos la pobreza en historia" en el Reino Unido, Brown, siendo todavía el canciller de finanzas británico, propuso lo que llamó una "capitalismo fundado en la alianza" entre el mercado y las instituciones estatales, capaz de reproducir a escala global lo que, según él, habría hecho Franklin Delano Roosevelt a escala económica nacional, a saber: "garantizar los beneficios generados por el mercado y, a la par, domar los excesos de éste". Se trataría, según Brown, de un sistema que "incorporaría todos los beneficios de los mercados y de los flujos de capitales globales, minimizaría los riesgos de crisis y desplomes, maximizaría las oportunidades de todos y sostendría a los más vulnerables. Significaría, en una palabra, restaurar, a escala económica mundial, el empeño y los elevados ideales públicos".

En la articulación de un discurso socialdemócrata global se ha unido a Brown un heterogéneo grupo formado, entre otros, por el economist Jeffrey Sachs, George Soros, el antiguo secretario general de la ONU Kofi Annan, el sociólogo David Held, el Premio Novel Josph Stiglitzy hasta Bill Gates. Hay entre ellos, huelga decirlo, diferencias de matiz, pero la dirección de sus perspectivas es la misma: traer un orden social reformado y lograr la revitalización del consenso en torno al capitalismo global.

Entre las posiciones clave avanzadas por los partidarios de la SDG están las que siguen:

La globalización es esencialmente beneficiosa para el mundo; los neoliberales simplemente han arruinado la gestión de la misma y la tarea de venderla a la opinión pública.

Es urgente salvar rescatar la globalización, arrancádola ed las manos neoliberales: porque la globalización es reversible, y lo cierto es que podría haber empezado ya el proceso de su reversión.

El crecimiento y la equidad pueden entrar e conflicto, en cuyo caso hay que dar primacía a la equidad.

Es posible que el libre comercio no sea beneficioso a largo plazo, y es posible que mantenga en la pobreza a la mayoría; por eso es importante que los acuerdos comerciales estén sujetos a condiciones sociales y medioambientales.

Hay que evitar el unilateralismo y, al propio tiempo, hay que emprender reformas fundamentales de las instituciones y de los acuerdos multilaterales, un proceso que podría entrañar la liquidación o la neutralización de varios de ellos, como el Acuerdo Comercial para los Derechos de Propiedad Intelectual (TRIP, por sus siglas en inglés) establecido en el marco de la Organización Mundial de Comercio.

La integración social global, o la reducción de las desigualdades dentro de las naciones y entre las naciones, debe ir de la mano de la integración del mercado global.

La deuda global de los países en vías de desarrollo ha de ser cancelada, o al menos, drásticamente reducida, a fin de que los ahorros puedan usarse para estimular a la economía local, contribuyendo así a la reflación global.

La pobreza y la degradación medioambiental son tan graves, que hay que poner por obra una programa masivo, una especie de "Plan Marshall" del Norte para las naciones del Sur en el marco de los "Objetivos de Desarrollo del Milenio".

Hay que lanzar una "Segunda Revolución Verde", particularmente en África, a través de la generalizada adopción de las semillas genéticamente modificadas.

Hay que dedicar grandes inversiones para poner a la economía global en una senda medioambientalmente más sostenible, y los gobiernos deben encabezar esos programas ("keynesianismo verde" o "capitalismo verde").

Las acciones militares para resolver problemas deben preterirse a favor más bien de la diplomacia y del "poder blando", pero deben mantenerse las intervenciones militares humanitarias en situaciones de genocidio.

Los límites de la Socialdemocracia Global

La Socialdemocracia Global no ha merecido hasta ahora demasiada discusión crítica, tal vez porque el grueso de los progresistas siguen empeñados en la última guerra, esto es, la guerra contra el neoliberalismo. Pero hacer su crítica es urgente, y no solo porque la SDG es el más candidato más probable como sucesor del neoliberalismo. Más importante aún es el hecho de que, aun cuando la SDG tiene algunos elementos positivos, tiene también, como su antecesor, el paradigma socialdemócrata de impronta keynesiana, bastantes rasgos problemáticos.

Comencemos por resaltar los problemas que presentan cuatro elementos centrales de la perspectiva SDG.

Primero: la SDG comparte con el neoliberalismo el sesgo favorable a la globalización, diferenciándose sólo por su promesa de promover una globalización mejor que la de los neoliberales. Eso, sin embargo, monta tanto como decir que basta añadir la dimensión de la "integración social global" para que un proceso que es intrínsecamente destructor y desbaratador, tanto social como ecológicamente, resulte digerible y aceptable. La SDG parte del supuesto de que las gentes quieren realmente formar parte de una economía global funcionalmente integrada en la que desaparezcan las barreras entre lo nacional y lo internacional. Sin embargo, ¿acaso no preferirían formar parte de economías sometidas a control local? ¿No es más cierto que preferían poner coto a los caprichos y extravagancias de la economía internacional? En realidad, la actual trayectoria descendente de las economías interconectadas confirma la validez de una de las críticas básicas al proceso de globalización por parte del movimiento antiglobalización.

Segundo: la SDG comparte con el neoliberalismo la preferencia por el mercado como mecanismo principal de producción, distribución y consumo, diferenciándose fundamentalmente por su insistencia en el papel del Estado a la hora de corregir los fallos del mercado. El tipo de globalización que el mundo necesita, según Jeffery Sachs en su libro The End of Poverty [El final de la pobreza], pasaría por "represar… la formidable energía del comercio y la inversión, reconociendo y corrigiendo las limitaciones mediante una acción colectiva compensatoria". Eso es harto distinto de sostener que la ciudadanía y la sociedad civil deben tomar las decisiones económicas clave, limitándose el mercado y la burocracia estatal a no ser sino mecanismos de ejecución de la toma democrática de decisiones.

Tercero: la SDG es un proyecto tecnocrático, con expertos excogitando y llevando a término reformas sociales desde arriba, no un proyecto participativo en el que las iniciativas discurren de abajo arriba.

Y cuarto: la SDG, aun si crítica con el neoliberalismo, acepta el marco del capitalismo monopolista, que descansa, básicamente, en el beneficio dimanante de la extracción explotadora de plusvalía procedente del trabajo, que va de crisis en crisis por sus inherentes tendencias a la sobreproducción y que, con su búsqueda de rentabilidad, tiende a chocar con los límites medioambientales. Lo mismo que el keynesianismo tradicional a escala nacional, la SDG busca, a escala global, un Nuevo compromiso de clase que vaya de la mano de nuevos métodos para contener o minimizar la tendencia a las crisis consubstancial al capitalismo. Así como la vieja socialdemocracia y el New Deal trajeron estabilidad al capitalismo a escala nacional, la función histórica de la SDG es mitigar las contradicciones del capitalismo global contemporáneo y relegitimar al mismo tras la crisis y el caos dejados por el neoliberalismo. En su misma raíz, la SDG tiene que ver con un problema de gestión social.

Obama tiene el talento de tender puentes entre discursos políticos diferentes. Es, asimismo, una tabula rasa en lo tocante a economía. Como Roosevelt en su día, no está atado a fórmulas del ancien régime. Es un pragmático, cuyo criterio clave es el éxito en la gestión social. Como tal, se halla en una posición única para encabezar esa ambiciosa empresa reformista.

La izquierda debe despertar

Mientras la izquierda estaba embarcada en una Guerra sin cuartel al neoliberalismo, el pensamiento reformista iba calando entre círculos reformistas del establishment. Y ese pensamiento está ahora a pique de convertirse en política: la izquierda debe redoblar sus esfuerzos para estar a la altura. No es sólo cosa de pasar de las críticas a las propuestas constructivas. El reto es superar los límites puestos a la imaginación política de la izquierda por la combinación de la agresividad del desafío neoliberal en los años 80 con el colapso de los regímenes de socialismo burocrático a comienzos de los 90. La izquierda debería ser capaz, de nuevo, de atreverse a aspirar a modelos de organización social que apuntaran sin reservas a la igualdad y al control democrático-participatorio tanto de la economía nacional como de la economía global, condiciones necesarias para la emancipación individual y colectiva.

Lo mismo que el viejo régimen keynesiano de posguerra, la SDG tiene que ver con la gestión social. En cambio, la perspectiva de la izquierda es la liberación social.

Walden Bello, profesor de ciencias políticas y sociales en la Universidad de Filipinas (Manila), es miembro del Transnational Institute de Amsterdam y presidente de Freedom from Debt Coalition, así como analista sénior en Focus on the Global South.

Traducción: Mínima Estrella
Sinpermiso

Políticas Públicas para resolver la crisis

Vicenç Navarro
13-01-2009

¿Cuáles deberían ser los objetivos del estímulo económico?

En otros artículos publicados en esta revista he analizado las causas de la crisis financiera y económica que estamos sufriendo, acentuando que su resolución requiere la intervención estatal no solo para garantizar la existencia de crédito sino también para desarrollar políticas públicas que faciliten el aumento del consumo por parte de la población (y muy en particular de las clases populares), aumento del consumo doméstico que se necesita para estimular el crecimiento económico (Ver “El déficit del estado. ¿Demasiado grande o demasiado pequeño?” Sistema Digital 5.dic.08). Me alegra constatar que, por fin, se está desarrollando en España un consenso de la necesidad de estimular el crecimiento económico a partir del aumento del consumo de productos y servicios, consumo que está muy de capa caída, debido, en parte, al enorme endeudamiento de la población, de cuyas causas he escrito también en esta revista (Ver “De lo que no se habla en la crisis financiera”. Sistema Digital 3.nov.08).

Este consenso desaparece, sin embargo, cuando analizamos el objetivo de tal estimulo económico y los mecanismos (es decir las políticas públicas) a través de los cuales se desea alcanzar tal objetivo. Ahora bien, creo que al menos entre las fuerzas progresistas se puede alcanzar un amplio acuerdo de que un objetivo primordial de estas políticas públicas debiera ser el de crear empleo. En realidad, una de las consecuencias más negativas de la crisis actual es el crecimiento del desempleo que puede llegar a alcanzar en España hasta el 18-20% de la población activa. Otro objetivo sobre el cual las fuerzas progresistas pueden alcanzar también un consenso es sobre la necesidad de evitar la disminución de los salarios, situación que, como he indicado en otro artículo en esta revista (Ver “¿El fin de la Europa Liberal? Sistema Digital, 12.dic.08), empeoraría la crisis al disminuir más la demanda de productos y servicios (consecuencia de bajar la capacidad adquisitiva de las clases populares, causa mayor de la escasez de demanda). De ahí, que otro objetivo de las políticas públicas de estímulo de la economía debiera ser no solo crear empleo sino buen empleo.

Una crítica que las voces conservadoras y liberales están haciendo a este tipo de medidas públicas de creación de empleo es que son medidas adhoc, provisionales y que tienen un impacto limitado. Para prevenir esta situación (que podría darse) es importante que otro objetivo de tales políticas públicas fuera el que tales intervenciones reforzaran la infraestructura física, humana y social del país (lo que se llama en el lenguaje un tanto barroco de la literatura económica, “capital físico, humano y social”), llenando vacíos, retrasos y déficits en tal infraestructura, y que son muchos. España, treinta años después de la Transición continúa estando a la cola de la Unión Europea de los 15 en gasto público social y en gasto en infraestructuras. Los déficits de infraestructura física, humana y social son enormes (ver Navarro, V. (coord.) La situación social en España Vols I y II. Biblioteca Nueva. 2005 y 2008).

Y el cuarto objetivo de las políticas públicas de estímulo económico debiera ser que tales intervenciones públicas contribuyan a desarrollar un crecimiento económico distinto y alternativo a la economía del ladrillo sobre el cual parece existir un consenso de que no es un modelo que España debiera continuar padeciendo (aunque las políticas fiscales continúan favoreciéndolo, siendo el maridaje banca y cajas con la industria inmobiliaria una de las causas de su perpetuación). En su lugar, debiera estimularse un crecimiento basado en nuevos modelos de desarrollo social y de economía ecológica.

¿Cómo alcanzar estos objetivos?

Una de las medidas de estimulo de la economía que está teniendo mayor visibilidad en los medios económicos ha sido la reducción de impuestos. Tanto los gobiernos Bush como Zapatero intentaron estimular la economía reduciendo los impuestos mediante desgravaciones fiscales, bajadas de impuestos, y una devolución de cantidades fijas y constantes a los contribuyentes a Hacienda. Últimamente han también aparecido voces pidiendo que se disminuya o se elimine el IVA (bien temporalmente o para siempre). Esta reducción de impuestos es la propuesta de las derechas (conservadoras y liberales) tanto en Europa como en EE.UU.

El problema de tales medidas es que su impacto en incrementar el consumo es relativamente menor y ello como consecuencia de varios factores. Uno de ellos es que un elevado porcentaje de las clases populares –que están enormemente endeudadas- utilizan este dinero para pagar sus deudas más que para comprar productos y servicios. En EE.UU., la gran mayoría de fondos públicos donados a la ciudadanía en la reforma Bush fueron utilizados por las familias (el 70%) al pago de sus deudas y sólo el 30% lo dedicó al consumo. Pero otra causa de que tales medidas tengan escaso impacto estimulante de la economía es que el consumo que generan estos recortes fiscales tiende a estimular un comercio de escaso valor, consecuencia de que el impacto de tales recortes en aumentar el consumo personal de tales medidas es relativamente menor. 450 dólares al año es una cantidad menor para alterar el consumo de la ciudadanía, aún cuando sumando el dinero dado a todos los beneficiarios, las cantidades involucradas en tales políticas alcanzaran a ser un 1% del PIB, tal como ocurrió en el último recorte de impuestos aprobada por los gobierno Bush y Zapatero. De ahí que la creación de empleo a través de estas medidas sea menor puesto que la mayoría de empleo creado a partir de esta medida sea en el sector comercio que tiende a ser un empleo de salarios bajos, en un sector del mercado laboral enormemente irregular y precario, con un empleo muy estacional.

Medidas mucho más eficaces para crear empleo son las inversiones públicas en las servicios del estado del bienestar tales como educación, sanidad, escuelas de infancia, servicios domiciliarios, entre otros, así cono en la infraestructura del país como transporte público, utilizado predominantemente por las clases populares, e inversión en energías renovables. En estas inversiones es el estado, en lugar del mercado, el que dirige la creación de empleo orientándolo hacia aquellas actividades que crean buen empleo y que enriquecen la infraestructura física, humana y social del país.

La creación de empleo en cada una de estas áreas se hace: 1) directamente al crear buen empleo en la provisión de tales servicios y actividades (los salarios en estas sectores son más elevados que en el sector comercio); 2) indirectamente, al estimular creación de empleo en aquellos sectores proveedores de equipamiento a tales sectores sociales (que son también de salarios elevados y medios); 3) a través del estímulo de creación de empleo, pues parte del salario se consume estimulando la producción de los productos consumidos; 4) a partir de una nueva demanda de servicios, como consecuencia de que gran número de los servicios del Estado del Bienestar y muy en especial de los servicios del cuarto pilar del bienestar (servicios domiciliarios y escuelas de infancia) ayudan a la mujer a integrarse al mercado de trabajo. Esta integración determina la demanda de puestos de trabajo para realizar aquellas labores que hacia antes la mujer como ama de casa (restaurante, lavanderías, servicios de limpieza, etc.). Ni que decir tiene que parte de los empleos en estos últimos servicios tienen salarios bajos. Pero la mayoría de (1), (2) y (3) no lo son y el Estado puede (y debe) regular los de tipo (4), impidiendo la existencia de bajos salarios. Como bien decía una editorial reciente del New York Times (a favor de la sindicalización de la fuerza laboral en EE.UU. (28.XII.08.), “salarios bajos son un obstáculo para la recuperación económica”.

El Centro de Estudios de Economía Política de la Universidad de Massachussets, uno de los centros de análisis económicos más progresistas de EE.UU. y que ha inspirado parte del programa de estímulo económico del equipo de transición del Presidente electo Obama ha calculado el potencial de creación de empleo por cada uno de los sectores económicos de EE.UU., analizando la cantidad de empleo (y buen empleo) que puede generarse por cada 1.000 millones de dólares de gasto público. En todas las proyecciones, el menor número de puestos de trabajo creados es a través de la reducción de los impuestos, o a través de la inversión en gastos militares. En el primer caso, los salarios serían más bajos que en el sector militar aunque el número de puestos de trabajo sería mayor en el primer que no en el segundo caso. Los sectores que crearían más empleo y mejor remunerado serían sanidad, educación, servicios de dependencia y escuelas de infancia, transporte público y energías renovables. Una ventaja adicional es que todos estos servicios contribuyen a enriquecer la infraestructura humana, física y científica del país.

La situación en España. La reforma de la financiación autonómica y su impacto en el estímulo económico.

A la luz de los datos aportados hasta ahora puede concluirse que las propuestas hechas por el equipo económico del PP (y autores conservadores y liberales) de estimular la economía a base de reducir los impuestos es enormemente insuficiente. Es mucho más eficaz el aumento del gasto público en las áreas indicadas anteriormente, tal como está proponiendo ahora el gobierno Zapatero, en la reforma de la financiación autonómica. Tal reforma inyectaría millones de euros a las arcas de las CC.AAs. responsables de la gestión de los servicios del Estado del Bienestar, contribuyendo con ello a reducir el enorme déficit social de tales CC.AA. (que he calculado que asciende a 52.000 millones de euros, (ver Navarro, V. (coord.). La Situación Social en España, Volumen III, 2009). La dirección del cambio (de estimular el crecimiento económico a base de reducir los impuestos a hacerlo a base de corregir la enorme pobreza social de España) es muy positiva y su efecto estimulante en creación de empleo será mucho mayor. Hay que aplaudir al gobierno Zapatero (y a las otras fuerzas políticas que han presionado para que se realizara tal cambio) que esté estimulando la economía a partir de estas políticas públicas.

Ahora bien, tal aplauso deber ir acompañado de dos observaciones. Una de ellas, la más importante, es que las cantidades que se están citando en la prensa son cantidades a todas luces insuficientes, no sólo para cubrir el enorme déficit social de las CC.AAs y del Estado Central, sino también para estimular la economía, al nivel que se requiere para disminuir significativamente el desempleo. Como punto de comparación valga citar que la aplicación del plan de estímulo de Obama a España sería un gasto de 82.000 millones de euros. Ha sido una constante de las políticas sociales de la época Zapatero que se merecen un notable alto en su diseño y en cambio un suspenso en su financiación. La ley de dependencia es el último ejemplo. Por cierto, la prensa española (cuyas páginas económicas, por lo general –con algunas excepciones- promueven posturas liberales, han dado gran visibilidad mediática a la propuesta de recortes de impuestos realizada por el equipo Obama (integrados en las propuestas por las presiones del Partido Republicano) sin informar, sin embargo, de que la gran mayoría de propuestas de estímulo de la economía no se basa en la reducción de impuestos sino en las inversiones en el capital físico, humano y social del país. Concretamente, el 60% de los 780.000 millones de dólares va a este tipo de inversiones.

La otra observación es que los nuevos fondos a las CC.AAs. tendrán un efecto estimulante en la creación de empleo en España sólo en caso de que sea un nuevo gasto y no una mera transferencia de fondos de un sector a otro. En este último caso, el impacto estimulante sería mucho menor. Estos fondos debieran ser nuevos fondos generados por el estado central, a través de un aumento de los impuestos (incluyendo la corrección del enorme fraude fiscal) y un aumento de la deuda pública, permitiendo un déficit mucho mayor que el 4% que el Presidente Zapatero indicó en su día. El gasto total federal en EE.UU. significará un déficit del estado de un 7% del PIB. Es ahí donde debieran cambiarse los criterios que rigen el Pacto de Estabilidad y la política monetaria del Banco Central Europeo. A no ser que haya un cambio muy sustancial de tales políticas a nivel europeo, habrá problemas graves en el proceso de recuperación económica de España y de Europa.

Vicenç Navarro.
Publicado en la revista digital SISTEMA, semana del 5 al 11 enero 2009

12.1.09

El retorno triunfante de John Maynard Keynes

Joseph E. Stiglitz

12-01-2009

Ahora somos todos keynesianos. Incluso la derecha en Estados Unidos se sumó al bando keynesiano con un entusiasmo desenfrenado y en una escala que, en algún momento, habría sido verdaderamente inimaginable.

Para quienes nos adjudicábamos alguna conexión con la tradición keynesiana, éste es un momento de triunfo, después de que nos dejaran en el desierto, prácticamente ignorados, durante más de tres décadas. En un nivel, lo que está sucediendo ahora es un triunfo de la razón y la evidencia sobre la ideología y los intereses.

La teoría económica se había dedicado a explicar durante mucho tiempo por qué los mercados sin obstáculos no se autocorregían, por qué se necesitaba regulación, por qué era importante el papel que jugaba el Gobierno en la economía. Pero muchos, especialmente la gente que trabaja en los mercados financieros, presionaban por una suerte de fundamentalismo de mercado. Las políticas erróneas resultantes -impulsadas, entre otros, por algunos miembros del equipo económico del presidente electo de Estados Unidos, Barack Obama- ya antes habían infligido enormes costos a los países en desarrollo. La luz se hizo justo cuando esas políticas empezaron a generar costos en Estados Unidos y otros países industriales avanzados.

Keynes sostenía no sólo que los mercados no se autocorregían, sino que, en una crisis pronunciada, la política monetaria probablemente resultara ineficiente. Se necesitaba una política fiscal.

Pero no todas las políticas fiscales son equivalentes. En Estados Unidos hoy, con una montaña de deuda inmobiliaria y un alto nivel de incertidumbre, los recortes impositivos probablemente resulten ineficientes (como lo fueron en Japón en los años 1990). Gran parte, si no la mayor parte, del recorte tributario norteamericano del pasado mes de febrero fue destinado al ahorro.

Con la enorme deuda que deja atrás la Administración de Bush, Estados Unidos debería estar especialmente motivado para obtener el mayor estímulo posible de cada dólar invertido. El legado de subinversión en tecnología e infraestructuras, especialmente del tipo verde, y la creciente brecha entre los ricos y los pobres requieren una congruencia entre el gasto a corto plazo y una visión a largo plazo.

Eso exige la reestructuración de los programas tanto tributario como de gasto. Bajarles los impuestos a los pobres y aumentar los beneficios de desempleo al mismo tiempo que se aumentan los impuestos a los ricos puede estimular la economía, reducir el déficit y disminuir la desigualdad. Reducir el gasto en la guerra de Irak y aumentar el gasto en educación puede incrementar la producción en el corto y largo plazo y, al mismo tiempo, reducir el déficit.

A Keynes le preocupaba la trampa de la liquidez -la incapacidad de las autoridades monetarias para inducir un incremento en la oferta de crédito a fin de aumentar el nivel de actividad económica-. El presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Ben Bernanke, hizo un esfuerzo por evitar que se culpara a la Fed de agravar esta crisis de la misma manera que se la responsabilizó por la gran depresión, asociada con una contracción de la oferta monetaria y el colapso de los bancos.

Y aun así deberíamos leer la historia y la teoría con cuidado: preservar las instituciones financieras no es un fin en sí mismo, sino un medio para alcanzar un fin. Lo importante es el flujo de crédito y la razón por la cual el fracaso de los bancos durante la gran depresión fue importante es que participaban en la determinación de la capacidad crediticia; eran los depositarios de información necesaria para el mantenimiento del flujo de crédito.

Sin embargo, el sistema financiero de Estados Unidos cambió drásticamente desde los años treinta. Muchos de los grandes bancos salieron del negocio del préstamo y se metieron en el "negocio con movimiento". Se centraron en comprar activos, reempaquetarlos y venderlos, al mismo tiempo que marcaron un récord de incompetencia a la hora de evaluar el riesgo y analizar la capacidad crediticia. Se invirtieron cientos de miles de millones de dólares para preservar estas instituciones disfuncionales. Ni siquiera se hizo nada para reencauzar sus estructuras perversas de incentivos, que alentaban el comportamiento cortoplacista y la toma de riesgos excesiva. Con recompensas privadas tan marcadamente diferentes de los retornos sociales, no sorprende que la búsqueda del interés personal (codicia) condujera a consecuencias tan destructivas desde un punto de vista social. Ni siquiera velaron por los intereses de sus propios accionistas.

Mientras tanto, es muy poco lo que se está haciendo para ayudar a los bancos que efectivamente hacen lo que se supone que deben hacer los bancos: prestar dinero y evaluar la capacidad crediticia.

El Gobierno federal asumió miles de millones de dólares en pasivos y riesgos. Al rescatar al sistema financiero, tanto como en política fiscal, necesitamos preocuparnos por el "retorno de la inversión". De lo contrario, el déficit -que se duplicó en ocho años- aumentará aún más.

En septiembre se decía que el Gobierno recuperaría su dinero con intereses. A medida que se incrementó el rescate, cada vez resulta más evidente que éste era simplemente otro ejemplo más de una mala apreciación del riesgo por parte de los mercados financieros, como vienen haciendo consistentemente en los últimos años. Los términos de los rescates de Bernanke y Paulson eran desventajosos para los contribuyentes y, aun así, a pesar de su volumen, hicieron poco para reactivar el préstamo.

La presión neoliberal para una desregulación también satisfacía algunos intereses. A los mercados financieros les fue bien a través de la liberalización del mercado de capitales. Permitir a Estados Unidos vender sus productos financieros riesgosos y participar en una especulación en todo el mundo puede haber beneficiado a sus compañías, aunque esto les impusiera grandes costos a otros.

Hoy, el riesgo es que se utilice y se abuse de las nuevas doctrinas keynesianas para satisfacer algunos de estos mismos intereses. ¿Acaso quienes presionaron por la desregulación hace 10 años aprendieron la lección? ¿O simplemente querrán imponer reformas cosméticas: el mínimo requerido para justificar los rescates de megabillones de dólares? ¿Hubo un cambio de parecer o solamente un cambio de estrategia? Después de todo, en el contexto de hoy, perseguir políticas keynesianas parece incluso más rentable que ir detrás del fundamentalismo de mercado.

Hace 10 años, en el momento de la crisis financiera asiática, se discutió mucho sobre la necesidad de reformar la arquitectura financiera global. Poco se hizo. Es imperativo que no sólo respondamos adecuadamente a la crisis actual, sino que emprendamos reformas a largo plazo que serán necesarias si queremos crear una economía global más estable, más próspera y equitativa.

Joseph E. Stiglitz es profesor de Economía en la Universidad de Columbia y ganador del Premio Nobel de Economía en 2001. © Project Syndicate, 2008. www.project-syndicate.org. Traducción de Claudia Martínez.

Luchar contra la depresión.

Paul Krugman


12-01-2009 - Si no actuamos con rapidez y audacia", declaraba el presidente electo Barack Obama en un reciente discurso semanal, "podríamos experimentar una recesión económica mucho más profunda, que podría provocar un desempleo superior al 10%". Si me preguntan a mí, diría que Obama estaba siendo muy suave.

El hecho es que las recientes cifras económicas son aterradoras, no sólo en Estados Unidos, sino en todo el mundo. La fabricación, en concreto, se está desplomando por doquier. Los bancos no prestan; las empresas y los consumidores no gastan. Las cosas como son, esto se parece mucho al principio de la segunda Gran Depresión.

¿Actuaremos con suficiente "rapidez y audacia" para evitar que eso ocurra? Pronto lo averiguaremos. Se suponía que no deberíamos hallarnos en esta situación. Durante muchos años la mayoría de los economistas creían que sería fácil evitar otra gran depresión. En 2003, Robert Lucas, de la Universidad de Chicago, en su discurso presidencial ante la Asociación Económica Estadounidense, declaraba que "el problema principal para prevenir la depresión se ha resuelto, a todos los efectos prácticos, y lleva de hecho muchas décadas resuelto".

Milton Friedman, en especial, convenció a muchos economistas de que la Reserva Federal pudo haber frenado en seco la Gran Depresión simplemente proporcionando a los bancos más liquidez, lo cual habría impedido una drástica caída de la oferta monetaria. Es bien sabido que Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal, se disculpó ante Friedman en nombre de su institución: "Tiene usted razón. Fue culpa nuestra. Lo sentimos mucho. Pero gracias a usted, no volveremos a hacerlo".

Resulta, sin embargo, que prevenir las depresiones no es tan fácil al fin y al cabo. Dirigida por Bernanke, la Reserva Federal está proporcionando liquidez igual que si fuera un equipo de bomberos tratando de apagar un fuego de gran magnitud, y la oferta monetaria ha crecido con rapidez. Pero el crédito sigue escaseando, y la economía continúa en caída libre.

La afirmación de Friedman de que la política monetaria podría haber evitado la Gran Depresión fue un intento de refutar el análisis de John Maynard Keynes, quien sostenía que, en situaciones de depresión, la política monetaria es ineficaz y que hace falta una política presupuestaria -gasto deficitario a gran escala por parte del Estado- para luchar contra el desempleo. El fracaso de la política monetaria en esta crisis demuestra que Keynes lo entendió a la primera. Y el pensamiento keynesiano está detrás de los planes de Obama para rescatar la economía.

Pero estos planes podrían resultar difíciles de vender. Los informes de prensa dicen que los demócratas esperan aprobar un plan con amplio apoyo de los dos partidos. Les deseo buena suerte.

Lo cierto es que la toma de posiciones políticas ya ha empezado, y los líderes republicanos están poniendo obstáculos a las leyes encaminadas a estimular la economía al tiempo que pretenden ser los adalides de una deliberación prudente en el Congreso, lo cual no deja de tener su gracia, teniendo en cuenta el comportamiento de su partido en los últimos ocho años.

Más en general, después de declarar durante décadas que el Estado es el problema, no la solución, por no mencionar las críticas a la economía keynesiana y al New Deal, casi ningún republicano va a reconocer la necesidad de aplicar a la crisis económica una solución de gasto a lo grande, al estilo Roosevelt.

Sin embargo, el mayor problema al que probablemente se enfrentará el plan de Obama es la exigencia de muchos políticos de que se demuestre que las ventajas del gasto público propuesto justifican sus costes, demostración que nunca se exige a propuestas de recortes tributarios.

Es un problema que Keynes conocía bien: regalar dinero, señalaba, tiende a recibirse con menos objeciones que los planes de inversión pública, "que, al no ser completamente despilfarradores, tienden a juzgarse de acuerdo con principios estrictamente 'empresariales". Lo que se pierde en dichos debates es el principal argumento a favor del estímulo económico, o sea, que en las actuales condiciones un aumento drástico del gasto público proporcionaría empleo a estadounidenses que de otro modo estarían en paro, y dinero que de otro modo se mantendría ocioso, y pondría a ambos a trabajar para producir algo útil.

Todo esto me hace temer por las perspectivas del plan de Obama. Estoy seguro de que el Congreso aprobará un plan de estímulo, pero me preocupa que el plan pueda retrasarse y/o rebajarse. Y Obama tiene razón: realmente necesitamos medidas rápidas y audaces.

Ésta es mi hipótesis de pesadilla: el Congreso tarda meses en ratificar un plan de estímulo, y la legislación que acaba aprobándose es demasiado cauta. Como consecuencia de ello, la economía se hunde durante la mayor parte de 2009, y cuando el plan empieza por fin a surtir efecto, lo hace sólo con fuerza suficiente para frenar la caída, no para detenerla. Mientras tanto, la deflación se instala, y empresas y consumidores empiezan a basar sus planes de gasto en la perspectiva de una economía permanentemente deprimida; y bien, uno puede ver en qué desemboca esto.

Por lo tanto, ésta es nuestra hora de la verdad. ¿Haremos realmente lo necesario para evitar la segunda Gran Depresión? -

Paul Krugman es profesor de Economía de Princeton y Premio Nobel de Economía de 2008.Traducción de News Clips. © 2008 New York Times News Service.
El Pais

7.1.09

Crisis y despidos: entre el fraude y la desvergüenza

Antonio Baylos

No existe ciertamente una causa económica suficiente que habilite esta carnicería laboral, pero la emplean prepotentemente como muestra de la forma violenta e injusta que tienen de resolver cualquier conflicto que limite o restrinja sus beneficios anuales de al menos dos cifras.
El proceso de destrucción de puestos de trabajo que se ha puesto en marcha en España a partir del desplome del andamiaje financiero que sostenía la economía mundial ha sido extremadamente rápido y extenso. A toda velocidad caminamos hacia los tres millones de parados. En el camino, muchas empresas proceden a despedir como primera reacción frente a las dificultades económicas que se les suscitan, como acto reflejo que los grandes constructores de la opinión pública consideran el efecto natural de los movimientos del mercado. Esa reacción no es sin embargo aceptable ni en términos políticos ni en términos organizativos de la producción. Se están repitiendo varios patrones de conducta que implican la elusión consciente de la regulación jurídica de las crisis laborales en las que se respeten de manera coherente tanto la estabilidad económica de las empresas como los derechos de los trabajadores.

En empresas de tamaño medio, dedicadas a la prestación de servicios informáticos a otras empresas, o a poner en práctica sistemas de información y de comunicación, la crisis se experimenta mediante el desplazamiento del riesgo a los trabajadores. Es ya una práctica recurrir a despidos individuales disciplinarios que se reconocen improcedentes y se hacen acompañar de una indemnización además de la inmediata inscripción en el desempleo del trabajador cuyo puesto de trabajo se ha eliminado. Estas prácticas vulneran directamente la ley, puesto que el número de despedidos en relación con la plantilla de la empresa y la inexistencia de la causa alegada en el despido disciplinario, deberían implicar la iniciación de un expediente de regulación de empleo o, en su defecto, acudir a la vía del despido objetivo bajo control judicial. Las empresas no lo hacen porque cualquier control pondría de manifiesto que no hay una causa económica real, que la estabilidad económica de la empresa no ha sido afectada de manera grave ni crítica y que en definitiva se prescinde de puestos de trabajo para mantener y en algunos casos aumentar el beneficio empresarial. Se trata de prácticas fraudulentas posibles porque la implantación sindical en estos sectores es débil y porque no existe ningún control público de las decisiones empresariales extintivas de carácter individual al formar parte del ámbito protegido de la “flexibilidad” del despido que está permitiendo, de hecho, la descausalización del mismo y su plena libertad de ejercicio para los empresarios, dotados, como un agente 007 en el mercado laboral, de licencia para despedir. En estos casos, el poder público debería saber que mediante tales prácticas los empresarios se desprenden de trabajadores con una cierta calificación, descapitalizando sus propios proyectos empresariales sobre la base de mantener intangible la lógica de sus beneficios, a costa de desplazar al gasto público la obligación de proteger socialmente a estos cada vez mayores contingentes. Si hubiera voluntad política – de la que parece carecer el flamante Ministerio de Trabajo e Inmigración, sólo preocupado al parecer por la segunda de sus competencias -, sería extremadamente sencillo elaborar un protocolo de vigilancia de las inscripciones en el sistema de empleo de trabajadores despedidos provenientes de la misma empresa, y que la Inspección de Trabajo actuara de oficio denunciando estos comportamientos de fraude de ley.

Esta forma de actuar se ha trasladado también a las grandes empresas, que abordan con despidos masivos las primeras muestras de estancamiento en sus expectativas de beneficios. Despreciando las técnicas que el ordenamiento jurídico español prevé para amortiguar los efectos de la crisis sobre las empresas y desplegar en el tiempo sus efectos más nocivos – como el procedimiento de suspensión colectiva de contratos de trabajo en los casos de crisis económica – estas empresas reaccionan frente a la previsible disminución de sus por otra parte exorbitantes beneficios con la destrucción masiva de empleo. No existe ciertamente una causa económica suficiente que habilite esta carnicería laboral, pero la emplean prepotentemente como muestra de la forma violenta e injusta que tienen de resolver cualquier conflicto que limite o restrinja sus beneficios anuales de al menos dos cifras. Las empresas que emprenden este camino de violencia económica se benefician en este caso de una suerte de inmunidad en el campo de la opinión pública donde se insiste en convencer a los ciudadanos que esa es la lógica inevitable en las relaciones laborales. Sin embargo los poderes públicos deben tutelar el derecho al trabajo y regular consecuentemente los flujos de empleo en el mercado de trabajo sobre la base del respeto a este derecho básico que requiere una motivación razonable para su ablación por los poderes económicos. La regulación del empleo es un elemento propio de la civilización democrática, y las reglas que la inspiran, junto con la actuación decisiva de los sindicatos en el gobierno de esta situación de crisis, forman parte de las reglas del juego, que nunca pueden resumirse en la resolución autoritaria y prepotente del conflicto, incompatibles con una situación democrática.

Es necesario por consiguiente denunciar y poner fin a esas conductas que implican fraude a la legalidad laboral y que evidencian la desvergüenza del poder económico concebido como un tótem cruel que nadie puede desafiar. Sólo un ejemplo bien sintomático, que funciona como un cuento de Navidad. En la regulación de empleo de una conocida empresa de telecomunicación cuya estabilidad económica no está realmente puesta en entredicho y que pese a ello ha decidido proceder a despidos masivos de su plantilla, se ha propuesto, como un gesto entrañable “de buena fe”, suprimir la fiesta de navidad y el regalo correspondiente a los empleados de la misma para así aumentar un día más de salario de indemnización sobre los 20 por año que propone la empresa para los mas de mil trabajadores despedidos. Con ello esta firma, quizá sin ser muy consciente de ello, regala por navidad despidos, aunque a los trabajadores eliminados les premia con un día adicional en su indemnización. Toda una lección sobre el uso de la fuerza de trabajo y su carácter desechable por unos dirigentes empresariales que probablemente celebrarán las fiestas en el calor de la familia, con la despreocupación que les da el dinero y la convicción de que bajo el árbol de navidad no encontrarán nunca una carta de despido.


Antonio BaylosCatedrático de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universidad de Castilla La Mancha

El trabajo en el centro del “mercado” y la sociedad: medidas de urgencia

Eduardo Gutiérrez, Alicia Gómez, Enrique Lillo, Ángel Martín y Nieves San Vicente 29.12.2008

Es hora de recuperar para el poder político la potestad normativa, que se ha abandonado en la última década a favor de la ilusa “autorregulación” societaria y mercantil (a la que se continúa invocando en el acuerdo del G-20, para los fondos de inversión). Es preciso poner en marcha una regulación pública que haga posible una economía de mercado, a salvo de “capitalistas sin freno”.


Cuando todos los diagnósticos apuntan a una crisis de empleo de proporciones desconocidas en el último medio siglo por la sociedad española, resultan imprescindibles actuaciones de urgencia, y complementar con actuaciones orientadas a forzar cambios de modelo de crecimiento, que no pueden ser tan sólo “invocados” y engrasados con subvenciones de I+D+i a las grandes empresas.

Entre las medidas de urgencia que se hacen necesarias, que es de esperar se aborden en los próximos meses, algunas deben ser las siguientes:

La primera e imprescindible es la reforma de la Ley Concursal, ante las graves dificultades que genera para el reconocimiento de los derechos laborales su actual redacción. Hay que promover urgentemente la revisión de esta regulación para reforzar la garantía de los créditos laborales de los trabajadores y en los procedimientos de modificación, suspensión y extinción de contratos, el reconocimiento de la representación del sindicato como interlocutor previo a la adopción de la medida, y la recuperación del papel de las “autoridad laboral especializada”.

Es igualmente urgente –pues se habla de una crisis para 2/3 años– reponer las prestaciones por desempleo que, previamente a la extinción de los contratos, fueron consumidas por las personas afectadas por ERE de suspensión temporal.Además, la reposición del “contador a cero” para las regulaciones temporales supondría un claro estimulo e incentivo para la utilización de medidas temporales de extinción de contratos, en menoscabo de las medidas finalistas y terminales de dilapidación del capital profesional y humano de muchas empresas, viables, pero con problemas de financiación en el contexto de crisis crediticia actual.

Por ultimo, entre las medidas inmediatas debería estar la revisión del tratamiento fiscal de las indemnizaciones y de las rentas salariales provenientes de los despidos colectivos o individuales, de forma que quede exenta la parte de indemnización percibida que no supere el límite establecido como despido improcedente en el Estatuto de los Trabajadores. En la regulación actual, se hace necesaria una declaración explicita judicial de improcedencia de los despidos, inaplicable en los diversos expedientes acordados entre empresarios y sindicatos.

Cabría explorar topes máximos de indemnizaciones exentas (por ejemplo, 40.000 euros).Todos nos enfrentamos ante un reto desconocido desde hace más de una década: el incremento vertiginoso del paro de larga duración, que afectara, de confirmarse la duración de la depresión económica, con una crueldad, injusticia y dolor desconocidos para las nuevas generaciones políticas y sociales. Y será difícil explicar y responder sólo con “esperanzas” en una futura recuperación sostenida del empleo, a las necesidades reales, físicas, y materiales a los millones de parados que han estado soportando empleos precarios y temporales –4.944.700 trabajadores con contrato temporal, estimados a finales del verano por el INE– que agotaran en poco mas de un semestre sus derechos a prestaciones básicas por desempleo.A la vista de la alta sensibilidad gubernamental ante las reclamaciones de ayudas a los bancos, poniendo a su disposición y de sus sociedades de inversión satélites, miles de millones de euros, resultará moralmente insostenible, no mostrar equivalentes y proporcionadas respuestas hacía las auténticas victimas de la “bacanal” de beneficios, plusvalías, y ahora desfalcos que nos abochornan a todos los ciudadanos.

En los próximos semestres, las necesidades de sostenimiento de la intensidad, extensión y cuantía individual de las prestaciones por desempleo, serán una prueba de la verdadera naturaleza social –no olvidemos, que también los demócrata-cristianos, o los denominados “azules” del antiguo régimen franquista, mostraban su vertiente “social-populista”– y progresista de los gobiernos occidentales.

Estas son sólo algunas de las intervenciones de urgencia necesarias para comenzar el nuevo ciclo de relaciones laborales. Se trata de actuaciones reparadoras. Deberán estar acompañadas en el medio plazo con otras orientadas a conseguir, entre otras muchas cosas regular la explosión de entramados societarios (grupos empresas), y a reconducir el esfuerzo inversor que las empresas han de realizar. Es preciso condicionar mediante regulaciones mercantiles y societarias la orientación hacia la “reinversión” de los excedentes (por ejemplo, revisando regulaciones de sucedáneos de capital como los prestamos participados, débilmente regulados en el RD.7/1996, surgidos en la bacanal desreguladora; o nuevas reservas finalistas para actividades de I+D+i, en empresas de mas 6 millones de euros de facturación, ….). Justo lo contrario de lo que ha ocurrido en los últimos 20-30 años.Es hora de recuperar para el poder político la potestad normativa, que se ha abandonado en la última década a favor de la ilusa “autorregulación” societaria y mercantil (a la que se continúa invocando en el acuerdo del G-20, para los fondos de inversión).

Es preciso poner en marcha una regulación pública que haga posible una economía de mercado, a salvo de “capitalistas sin freno”. Construir una organización económica que no mire y atienda, en exclusiva, a los rendimientos del “capital”. Una economía de mercado, pero que ponga el “trabajo en el centro de la sociedad”, y no la especulación, la rentabilidad, la codicia, y el fallo sistémico del imperio de la ley democrática. Están en juego, no sólo millones de proyectos de vida de trabajadores, y sus familias; también lo esta la credibilidad del sistema político democrático y el imperio de la ley, que configura el propio estado de derecho.

Eduardo Gutiérrez, economista; Alicia Gómez, abogada; Enrique Lillo, abogado; Ángel Martín, abogado; Nieves San Vicente, abogada.